1. Se suele decir, sobre todo en esta época de redes, que una mayoría ignorante está llena de certezas, mientras que una minoría de gente informada está llena de dudas. Las primeras suelen basar sus argumentos en el «Sesgo de Confirmación» (Confirmation Bias).
Scott Plous, un psicólogo estadounidense, lo define como «la tendencia a favorecer, buscar, interpretar y recordar la información que confirma las propias creencias o hipótesis, dando desproporcionadamente menos consideración a posibles alternativas.»
2. El sesgo se aplica, por ejemplo, a la superstición. Digamos que si se atraviesa un gato negro y ocurre algo malo, la persona se lo atribuye al gato. Si nada malo pasa la mente olvida al gato y se olvida la superstición.
Igual ocurre con astrólogos y demás “profetas». Si predicen un evento X y sucede, sus seguidores los declaran iluminados y hacen fiesta. Si no aciertan, nada pasa, nadie se acuerda o reacciona a algo distinto a sus creencias o expectativas.
Y los políticos ni se diga. Lean declaraciones y me avisan cuándo uno de ellos mencione o describa algo que los perjudica.
Un ejemplo que me contó una conocida. Si entra a un gimnasio solo ve a las de cuerpos espectaculares y se siente miserable. Las de figuras comunes o pasadas de peso se hacen completamente invisibles. Confirma así sus más entrañables sentimientos e inseguridades.
Twitter (y las redes en general) son santuarios del sesgo de confirmación. Cuando nos asusta un evento solo tenemos ojos para las noticias, menciones o comentarios al respecto. Con miedo solo vemos lo que nos atemoriza, si queremos que ocurra solo leemos a quienes lo predicen y así sucesivamente.
3. Si no vemos los detalles con férrea imparcialidad, la mente nos engaña para reafirmar las creencias. Hará resonar «evidencias» a favor y ocultará aquellas que igualen ambos argumentos o los refuten.
Un buen ejercicio es entrenarnos para acoger un argumento contrario y defenderlo, como hacen en los debates universitarios. Ser el abogado defensor de algo en lo que no creemos es ridículamente sencillo. En la mayoría de los casos miraremos el asunto con mayor imparcialidad y menor emocionalidad.
4. Fuerzas rusas, chinas, iraníes y de otros lugares, sin contar las de occidente, nos bombardean sin tregua para que no seamos nosotros mismos, para que nos confundamos o alteremos nuestros propios criterios.
El sesgo de confirmación es una herramienta perfecta para crear polarización. El chavismo en Venezuela, por ejemplo, logró insuflar convicciones casi sagradas en sus seguidores. El sesgo de «esa» confirmación es política oficial del chavismo y miren a dónde ha llevado eso: zombies caminando entre ruinas.
Una opinión experta
Giuseppe Conti es un profesor galardonado y conferencista en negociación e influencia. Se encuentra en el Top 30 de los Gurús Globales y ocupa el primer puesto fuera de los Estados Unidos. Conti lo explica de esta forma:
“En nuestras vidas, el sesgo de confirmación desempeña un papel importante. Nos ayuda a entender fenómenos como la persistencia de estereotipos racistas o sexistas a lo largo del tiempo. Por ejemplo, una persona racista podría no notar a individuos de una etnia diferente que trabajan arduamente, cumplen con sus responsabilidades familiares, pagan impuestos y se comportan como ciudadanos ejemplares. En cambio, prestan más atención a aquellos que no cumplen con estas características.
“Este sesgo también explica por qué algunas teorías de conspiración tienen éxito, a pesar de que se ha demostrado que carecen de fundamento y son falsas. Un ejemplo actual es el testimonio de Roberta Petrino, jefa del Departamento de Medicina y Cirugía de la autoridad sanitaria local de Vercelli, quien relata situaciones en las que pacientes, a pesar de ser clínicamente positivos y estar afectados por el virus, niegan que se trate de Covid. Estos pacientes interpretan las intervenciones médicas como una forma de coerción.
“En la era moderna, los efectos del sesgo de confirmación han evolucionado. Estudios científicos recientes han demostrado que este sesgo hace que las personas sean más propensas a ser influenciadas por noticias falsas, y estas personas juegan un papel crucial en su difusión. Esto es especialmente relevante en el entorno cada vez más social en el que vivimos, donde es fácil compartir y encontrar información, pero difícil discernir su autenticidad.
“Además, es importante tener en cuenta que los algoritmos de las redes sociales funcionan en base a nuestros gustos, lo que significa que tienden a mostrarnos contenido que se alinea con nuestra visión del mundo, reforzando así nuestras opiniones arraigadas.”