Fernando Nunez-Noda, opinión

1. Me atrevo a acuñar ese término para explicar un fenómeno que observo desde hace años. Todos, o la mayoría de los servicios (en mi ejemplo, tecnológicos) crecen con gran mística, atención a los detalles e impecable servicio. De menos a más. Pero…

Recuerdo cuando comenzó Microsoft: todo ordenado, servicios del tamaño adecuado a las necesidades y uno sentía el cuidado y dedicación de Bill Gates y su equipo. La sencillez reinaba.

Ah, pero Microsoft creció como un «behemoth», un monstruo que vendía sistemas operativos, aplicaciones, navegadores, suites, redes, teléfonos inteligentes y pare usted de contar.

El resultado era inevitable: una selva en la que nos perdíamos fácilmente. Por más que categorizaban, empaquetaban (creaban «suites») o dividían sus departamentos, no había forma de entender tantos gadgets, .exe, ccs, extensiones y demás elementos.

2. En ese entonces, yo miraba en total admiración a Google, el ejemplo de una empresa efectiva y ordenada. Sobre todo minimalista, nada le sobraba y todo lo necesario estaba en su lugar.

Por varios años mantuvo ese orden dentro de lo mínimo, de forma austera y limpia. Pero ¡oh San isidoro! («el santo de la tecnología«) tú que eres un santo capitalista. Así que Google experimentó su propia «microsofización» y se convirtió en una selva amazónica oscura e inundada. Ojo, sus productos siguen siendo excelentes, pero se nota el énfasis en unos productos/servicios y el descuido de otros.

Recordemos que el lema inicial de Google («Don’t be evil» / «No seas malo») era casi una proclama hippie de paz y amor. Pero los hippies se integraron eventualmente al «capitalismo salvaje».

Por otro lado, grandes de la industria, como Adobe, Amazon, Oracle, IBM (hace años)… ya han llegado al tope de su inconsistencia informacional.

3. Las redes sociales no se salvan. Twitter siempre me ha parecido desordenada (habrá que esperar resultados de Musk en el corto plazo), Facebook ha experimentado una microsofización moderada, sobre todo gracias a su minimalismo (que también parece tener Instagram). Youtube domina claramente el mundo de los videos con microsofización moderada. Y así recorreríamos todo el ecosistema. No son todos los que son, pero están todos los que están.

¿Es la microsofización inevitable?

El principio que quiero dejar en la mesa es:

No hay servicios digitales o redes sociales que puedan ser consistentes (ordenados al máximo nivel) y masivos a la vez (más allá del punto de equilibrio de su número de usuarios)». El crecimiento incrementa el caos: se frena uno o el otro.

Y así que yo creí al principio que era pecado de Gates y no de Brin y Page. Es pecado del que crece, enfrentado a un caos aparentemente inevitable. Y sus víctimas o, mejor dicho, dolientes somos los que atravesamos esa selva de caos moderado o agitado (depende del proveedor), no con un machete o hacha en la mano, sino con un cortauñas poco afilado.

«La entropía del universo aumenta». Perdóname Bill Gates, no eras el único.

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