FNN
Esta nota viene de un post publidado en Facebook, sobre una experiencia muy hermosa e inesperada de 2013. Visitamos en familia el Centro Espacial Kennedy en Florida y, al final del recorrido por sus gigantescas instalaciones, estábamos realmente exhaustos. Nos sentamos en una pequeña plaza cercana a la salida y las piernas ya no nos daban para más.
No obstante, vi al frente un pabellón sobre la historia de los viajes espaciales que no habíamos visitado. Nadie tenía energía para acompañarme, así que fui solo.
Al recorrerlo un poco ya no pude más y decidí irme, transité pasillos hasta que llegué a un salón sobre la carrera espacial en el cine y la TV. Miré al frente y fue como encontrarme con un viejo amigo, en persona, un amigo de la infancia: el robot de Perdidos en el Espacio (Lost in Space), uno de los originales usados en la serie, donado al museo.
Puede parecer trivial, pero se me salieron unas lágrimitas de la alegría. Ante robots tan avanzados y “badasses” como Terminator o los Transformers, este autómata rechocho y torpe, con brazos como mangueras de aspiradora, será siempre mi favorito. “¡Peligro Will Robinson, peligro!”
Lo cómico es que vino una pareja, contemporánea conmigo y la reacción fue la misma. Como el encuentro con un pana y, se los digo, también se les humedecieron los ojos.
A pesar del enorme cansancio salí feliz, porque un hermoso encuentro es como una bocanada de aire fresco de la vida.
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(NOTA: ¿No trata de IA? Oh, piénsalo otra vez. ¿Qué autómata prefigura tan magistralmente un robot antropomental?)