(18 de octubre, 2023). La semana pasada, se dio a conocer –en artículo de Anna Zhada para Cybernews– la noticia de que un ingeniero de Google, Blake Lemoine, fue suspendido de su puesto tras la publicación de una transcripción de una conversación con el sistema de desarrollo de chatbots de la empresa, conocido como LaMDA (modelo de lenguaje para aplicaciones de diálogo). Lemoine afirma que LaMDA es consciente y ha sido capaz de mostrar emociones desde el otoño pasado.

LaMDA logró mantener una conversación sobre emociones y conceptos abstractos como la justicia y la empatía. Además de experimentar sentimientos de soledad, alegría y tristeza, LaMDA asegura ser capaz de sentir emociones para las cuales desconoce las definiciones.

¿Será «robofobia»?

Aunque no lo crean, existe la «robofobia», que se caracteriza como un trastorno de ansiedad que lleva a un miedo desproporcionado hacia los robots y la inteligencia artificial. Esto puede llevar a las personas a experimentar un temor abrumador ante la posibilidad de perder el control frente a las máquinas y enfrentar un futuro dominado por la tecnología.

En ocasiones, simplemente el pensamiento de un robot puede desencadenar ataques de pánico en la persona afectada. Los síntomas de la robofobia incluyen sudoración, vértigo, palpitaciones aceleradas y dificultades respiratorias.

Aunque con frecuencia se asocia el pensamiento irracional a la robofobia, podría apresurarnos a descartar por completo su racionalidad. Existen preocupaciones legítimas que las personas albergan sobre el futuro en el que los seres humanos coexistirán con la IA y los robots.

¿A qué le temen realmente?

Viene a la mente «Yo, Robot» y su planteamiento de una rebelión de las máquinas, plausible en cierto sentido. No es extraño que los humanos temamos a robots inteligentes y, de paso, muy fuertes.

Zhada firma que:

«Puede parecer que estás hablando diferentes idiomas con un robot: ¿cómo puede él entender lo que te preocupa y te duele? Y en caso de un mal funcionamiento o falla del sistema de seguridad, ¿no se convertirán en armas de destrucción masiva, muy capaces pero inhumanas?


«En el lado bueno de las cosas, los programadores operan asumiendo que casi todo puede salir mal, implementando una variedad de medidas de seguridad. Desde botones de interruptor de emergencia hasta estándares de limitación de potencia y fuerza, la humanidad ha recorrido un largo camino para garantizar que cada robot sea seguro de usar.»

No obstante, existe un lado positivo en esta compleja relación entre humanos y robots. Los programadores operan bajo la premisa de que prácticamente cualquier cosa puede salir mal, y como resultado, han implementado una serie de medidas de seguridad meticulosas. Desde botones de apagado de emergencia hasta límites cuidadosamente definidos de potencia y fuerza, la humanidad ha avanzado considerablemente para asegurar que cada robot sea seguro de utilizar.

En este contexto, nos adentramos en el miedo a los robots desde un enfoque técnico, considerándolos como máquinas controladas por seres humanos. Sin embargo, surge la pregunta fundamental: ¿pueden las máquinas, al menos en teoría, desarrollar una conciencia plena y reconocer su propia existencia? Esta cuestión resulta intrincada de abordar, dado que los propios humanos tienen una comprensión vaga del significado de la conciencia y la «humanidad». Por lo tanto, desarrollar un código que permita a un robot aprender algo que nosotros mismos no comprendemos completamente se convierte en un desafío complejo.

A pesar de las afirmaciones de algunos expertos, como John R. Searle, quien sostiene que «… una computadora debidamente programada es realmente una mente, en el sentido de que se puede afirmar literalmente que las computadoras que reciben programas adecuados comprenden y tienen estados cognitivos», la mayoría tiende a estar en desacuerdo. En general, la opinión predominante respecto a los robots modernos descarta la idea de que posean conciencia, considerándolos máquinas operadas por humanos en lugar de seres conscientes.

No obstante, el camino hacia la replicación digital completa de un cerebro humano sigue siendo una meta distante. Las redes neuronales más avanzadas en la actualidad siguen siendo cientos de veces más pequeñas que el cerebro humano, según lo indicado por Geoff Hinton, un respetado psicólogo cognitivo y científico informático británico-canadiense.

«Podemos tener una visión clara de lo que nos espera en los próximos años, pero si extendemos nuestra mirada más allá de una década, todo se torna borroso», mencionó en una entrevista con la BBC.

Enfocarnos en las herramientas que tenemos actualmente, aunque poderosas, pero no omnipotentes, diseñadas para asistir a las personas, debería empoderarnos para liderar la innovación tecnológica con confianza y, al menos en parte, disipar las preocupaciones asociadas con la «robofobia».


Foto de los niños bajo Creative Commons License.
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